viernes, 26 de agosto de 2016

JUAN MOREIRA

            LA MUERTE DE JUAN MOREIRA

Recopilación Profe: Dante Panciroli 



el 30 de abril, se cumplieron 142 años de la muerte de Juan Moreira, ocurrida en los fondos de La Estrella, lugar que hoy ocupa el Sanatorio Lobos.
Moreira fue muerto por la espalda por el Sargento Chirino, cuando intentaba huir de la persecución policial tras haber pasado la noche en aquel lugar de diversión.
En el libro “Lobos, mi Pueblo” de Juan Quaglia, figura el relato de Don Víctor Sarla, vecino de Las Chacras, que era el organista de La Estrella, y que se retiraba del lugar en la madrugada de aquel 30 de abril cuando fue interceptado por Moreira y su amigo Andrade en el lugar donde está la Maestranza. Moreira le preguntó adónde iba, y ante la respuesta de Sarla, “a dormir”, le replicó que tenía que volver a La Estrella para tocar el organito, reliquia que lució en el estudio del ex Intendente Juan Erriest, en la calle Buenos Aires, hasta el deceso del caudillo conservador, y hoy lo conserva su familia (quien esto escribe tuvo ocasión de escuchar los acordes del organito que funcionaba perfectamente)

Cuenta la leyenda, la historia, la película de Leonardo Favio y los personajes que nos encontramos en Navarro que Juan Moreira era una persona tranquila, un gaucho de las pampas, que no solía utilizar armas ni beber alcohol. Pero todo cambió cuando el dueño de una pulpería, a quien le prestó dinero, no se lo devolvió. Pero no solo eso. Sino que negó ante el alcalde de turno su deuda con Moreira. Por eso, el gaucho fue acusado de mentiroso y pasó 48 horas detenido. Esta situación le provocó una gran indignación y juró venganza: mataría al pulpero de 10 puñaladas, una por cada mil pesos que le debía. Pero la historia no termina ahí. Como en toda película tiene que haber una historia de amor. Y acá la hubo. Al parecer, el alcalde que lo condenó estaba enamorado de la reciente mujer de Moreira, por eso, lo de la detención fue un poco también por celos (o envidia). Además, otros cuentan que se sumó el hecho de que el día del casamiento se organizó una fiesta sin el permiso del alcalde, por lo que debió pagar una multa.
Cuando Moreira recuperó su libertad se batió a duelo de cuchillo con el pulpero y lo mató. Lo mismo hizo más tarde con el alcalde y algunos de sus acompañantes. A partir de ese momento, ya no era aquel gaucho tranquilo que solía pasar mucho tiempo en su casa y ocupándose de su asuntos: se transformó en un hombre de mala fama, hábil con las armas y que solía vencer a todos aquellos que lo enfrentaban para probar su habilidad. Hasta llegó a ser guardaespaldas de Alsina.  Gran parte de la vida de este personaje transcurrió entre los partidos de La Matanza, Mercedes, Navarro y Lobos. 

En Navarro se encuentra una de las pulperías (o lo que queda de ella) a las que Moreira solía frecuentar. Allí, nos recibió Daniel, quien hoy se encarga de mantener esta especie de museo que solo se puede visitar los fines de semana, cuando él y su familia llegan al lugar. Se dice que fue la pulpería donde Moreira paró a tomar un trago de ginebra antes de matar a su último enemigo, ya que luego, el 30 de abril de 1874, el turno de la muerte le llegaría a él. No quedan muchas cosas originales de esa época.






El momento de la muerte en la película de Favio


Moreira era oriundo de Navarro, y según el relato de Chirino en la revista “Caras y Caretas de abril de 1903, intentó huir saltando la pared posterior de La Estrella y llevaba una daga entre  los dientes. Cuando Chirino lo hirió de muerte, el gaucho giró y le disparó hiriendo al policía en un ojo, y también le cortó cuatro dedos de una mano de un hachazo con la daga que después cayó del otro lado del paredón que no alcanzó a saltar.
El Dr. Eulogio Del Mármol conservó en su consultorio el cráneo de Moreira, que años después obsequió a Tomás Perón, padre de Juan Domingo Perón. Actualmente el cráneo del gaucho se encuentra en el Museo y Biblioteca Juan Domingo Perón de nuestra ciudad.
Moreira, con su muerte, generó una leyenda, un mito que fue llevado al libro por Eduardo Gutiérrez, que significó la primera función de teatro callejero hablado que tuvo lugar en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, con los Podestá. Y que muchos años después fue llevada al cine de la mano de Leonardo Fabio con el protagónico de Rodolfo Beban encarnando al gaucho.


El cráneo y la daga de Moreira, en el Museo Presidente Perón

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